Celebración de mi sexo

Para que yo fuera mujer,
de pies y manos contra el olvido,
de tanto hombre que no quiso encontrarme,
de tanto comentario febril y la lepra,
de tanta conciencia contaminada por el prójimo,
de tanta víscera, saliva
de tanta renuncia y de tanto óxido.
Para que yo fuera mujer.

Los asuntos pendientes

 

Con el don de hacerme tan rota y la fibra del alma descosida, terminé por comprender que a los paraguas les sucede lo que a las personas: quizás no hay señal de grieta que revele el abandono. Y sin embargo, algo de grieta hay en una inmensa soledad conjunta.

Es de noche y avanza, intrascendente, el rumor anodino de domingo, la noche incómoda e insolente. Y escribo, ajena e imprecisa, para salvaguardar este punto de supervivencia, como protesta, como remedio, como certeza, como milagro; escribo para esas mujeres que cargan tanta imposibilidad en los ojos. Escribo para esas ciudades que duelen como un disparo, como un puñal, como un asesinato doméstico.  Escribo por conciencia, por principios, por instinto, por desarraigo.

(…)

Escribo porque entonces lo perdí todo: la huella, el infinito, la posibilidad, el miedo.

Myriam Maeso.